Publicar un fotolibro que lleve por título Perfect Day en plena pandemia de Coronavirus no parece la mejor estrategia de marketing –y hasta podría sonar un poco irónico– pero Txema Salvans (Barcelona, 1971) cree que se ha dado “el encaje perfecto”: porque si hay algo que caracterice su obra fotográfica a lo largo de los últimos quince años es, precisamente, la ironía.
“Cada uno de nosotros representa el éxito reproductivo de nuestros antecesores. Cada día es un “perfect day”, estés como estés. Así que mientras tengamos vida, será un día perfecto”, explicaba esta semana el fotógrafo barcelonés, ganador del premio PhotoEspaña en 2005, en una charla digital organizada por la comunidad fotográfica Voorpret en Instagram.
Durante el encuentro digital, Salvans aprovechó para presentar su último fotolibro, Perfect Day, una compilación de fotografías realizadas en los últimos quince años a lo largo del litoral mediterráneo con el objetivo de exponer cómo los españoles pasan las vacaciones. Se trata de fotografías tomadas en contextos desoladores, que se alejan del prototipo de “vacaciones ideales”: una pareja tomando el sol cerca de una petroquímica, en la playa de Algeciras, un matrimonio haciendo un picnic en el aparcamiento de un Carrefour en domingo… y cumplen con una premisa básica: nunca se ve el mar, aunque esté cerca.
“Perfect Day es un trabajo que juega con la ironía, en mis fotos nunca hay burla. Son fotos que hablan del contexto”, comentó Salvans desde su casa de Barcelona, donde está confinado junto a su mujer y sus dos hijos pequeños. Admite ser un privilegiado –“tenemos una terraza, gozamos de un buen ambiente familiar, los niños ya son mayores para jugar solos …”–y estar muy tranquilo: “lo bueno de ser pesimista es que uno ya ha pensado en todo lo que puede ir mal y al final, lo que sucede, no ha ido tan mal como imaginabas”, bromeó el fotógrafo, colaborador en diversos medios españoles y autor de varios libros de fotografía.
Sin ir muy lejos
Salvans, que empezó su carrera a temprana edad y para sus proyectos personales nunca ha abandonado la cámara analógica, se define como un “fotógrafo de lo cotidiano”. “Llevo muchos años trabajando la cotidianidad, –mi cotidianidad, la de España y, más concretamente, la del litoral mediterráneo –y como la gente gestiona su tiempo libre. Quizás no hay otro fotógrafo que haya sido tan insistente en fotografiar el ámbito mediterráneo, “por eso diría que me he vuelto un “especialista”, comentó Salvans, que de joven empezó a estudiar Biología y justifica así el aire antropológico-documentalista de sus obras. “De pequeño leía muchos libros de divulgación científica, Charles Darwin, Carl Sagan eran mis héroes”, añadió.
¿Qué lo empujó a cambiar la Biología por la Fotografía? Probablemente la “curiosidad”, el motor que empuja a casi todos los fotógrafos, sean viajeros, documentalistas, publicistas, a buscar lo desconocido. “La fotografía te da una excusa para poder meter la nariz en cualquier lugar del mundo”, dijo Salvans. Y aunque lo más habitual es sentir más curiosidad por lo lejano, lo exótico – “no hay que olvidar que la fotografía es también una experiencia estética, es natural que te resulte más atractiva una boda india que una española” – a él le llamó la atención la cotidianeidad local.
“En los países anglosajones la tradición de fotografiar la propia cotidianeidad es más habitual (por ejemplo, Martin Parr…) pero aquí hay pocos”, comentó Salvans. Uno de sus referentes es Cristina Garcia Rodero, fotógrafa española, miembro de la agencia Magnum, que se dedicó a fotografiar las fiestas ancestrales de España. Salvans, por su parte, decidió enfocar su carrera a retratar el ocio de los españoles.
De la boda a la guerra
Uno de sus primeros trabajos, precisamente, fue el reportaje “Vivan los novios”, resultado de infiltrarse en diversas ceremonias nupciales, con el que ganó el premio de fotoperiodismo FotoPres laCaixa en 1997.
“Siempre he defendido que ser fotógrafo de bodas es un buen campo de entrenamiento. Después de hacer bodas te puedes ir a fotografiar un conflicto”, bromeó. Según Salvans, el fotógrafo de bodas debe tener una gran capacidad para ordenar secuencias de fotos, estar siempre conectado, “no perderse nada”. Además, tiene que cuidar mucho la relación con el fotografiado, saber controlar la situación de una “forma educada”. “En fotografía, aun más en fotodocumentalismo, es fundamental aprender la distancia a la que puedes estar del sujeto, saber leer la expresión de la gente, por si te está diciendo: “no me toques las narices”, comentó el fotógrafo barcelonés, cuyas obras suelen exponer a sujetos en situaciones bastante comprometidas.
“Creo que este es uno de mis puntos fuertes como profesional: la capacidad de acercarme, de entender lo que puedo y no puedo hacer. Y en las bodas se aprende mucho de esto”, concluyó.
Otro aspecto de las bodas como escuela de fotografía es que permiten hacer fotos alternativas mientras se trabaja: el momento en que la novia se está vistiendo, gente borracha bailando… “Se trata de decidir qué dejar dentro o fuera del encuadre”, dijo. La polémica foto que le hizo ganar el premio Foto Press presentaba el rostro de la novia envuelto en un velo, que alguien agarraba por detrás, pero al dejar fuera del encuadre a esa persona, daba la sensación de ser una imagen de sumisión sexual.
Tras el éxito de “Vivan los Novios”, Salvans trabajó en el proyecto “Nice to meet you”, una colección de fotografías en blanco y negro hechas después de pedir a numerosas personas desconocidas que compartieran con él un día de sus vacaciones. El proyecto, con el que ganó Photo España 2005, es una especie de álbum de familia, “es decir, todo aquello que demuestra públicamente que tu familia ha sido un éxito: vacaciones, comuniones, fiestas de cumpleaños…”, aclaró Salvans durante la charla. Para él, incluso tuvo un significado “psicomágico”: “yo no había tenido nunca álbum de familia, soy hijo único, me crie solo con mi madre… “, dijo el fotógrafo. Pero uno de los desconocidos que lo invitó a pasar las vacaciones fue Laura, que acabó convertida en su mujer y en la madre de sus dos hijos, “¡Así que he acabado teniendo mi álbum de familia!”, exclamó.
El juego de la espera
Al proyecto “Nice to Meet You”, iniciado en 1999 y terminado en 2005, le siguió “The Waiting Game”, una recopilación de fotografías de prostitutas de carretera. El proyecto surgió primero como el encargo de un periódico, pero quiso desarrollarlo aprovechando su experiencia en el litoral mediterráneo, y buscando una forma original de abordar el tema. Según Salvans, la mayoría de trabajos sobre prostitución de carretera estaban centradas en la mujer en sí – en su identidad, su relación con los clientes– pero el verdadero drama no estaba tanto en el hecho de ser prostituta, sino en el contexto. “Si como mujer controlas todos los parámetros y decisiones, no pasa nada. Pero cuando se trata de prostitutas de carretera, las condiciones son brutales: están expuestas a cualquier situación que no pueden controlar. Así que acabé transformando un encargo de retrato en un paisaje”, aclaró Salvans. En sus fotografías aparece la prostituta sola, esperando, en medio de paisajes desoladores, a plena luz del mediodía. “Es la peor luz, así huyo de la belleza”, explicó Salvans, revelando algunas de las premisas con las que trabaja para proteger la identidad del sujeto, como la distancia, la luz y el “display”.
Algunos han comparado la fotografía de Salvans con la del británico Martin Parr, conocido por sus fotografías del kitsch británico, pero el artista barcelonés insiste en que son diferentes, ya que Parr se centra en la persona, mientras él se centra en el contexto. Lo que más le agradece a Parr es haberle dado el nombre para su fotolibro: “The Waiting Game”. “La espera un concepto mucho más global de lo que parce, lo entiendo desde un bróker de Wall Street a un chino de la China rural”, comentó. Según Salvans, “todo el mundo está esperando algo” : el primer beso adolescente, la primera visita a radioterapia o que el pez muerda de una vez el anzuelo, como los pescadores del degradado litoral mediterráneo que protagonizaron su tercer fotolibro “The Waiting Game 2”. Igual que con las prostitutas, no es el pescador lo que interesa a Salvans, sino el contexto en el que pesca: en un canal de aguas sucias, sobre un espigón de hormigón lleno de basura…
“Les preguntaba que hacían allí y muchos respondían “con tal de no estar en casa””, recordó Salvans durante la charla. Son pescadores que no buscan conexiones con la naturaleza, sino huir de su cotidianeidad. “Haber salido de casa con la caña justifica haber hecho algo durante el día”, dijo Salvans, que actualmente trabaja en el tercer volumen de “The Waiting Game”. Esta vez, los protagonistas serán los perros atados con cadena en granjas, segundas residencias, fábricas del litoral mediterráneo.
Su último fotolibro, Perfect Day, viene a ser como su tesis doctoral. Salvans ha reunido una selección de fotos de los últimos 15 años, desde que empezó con el tema de la prostitución y los españoles de vacaciones, y la principal premisa es que en ninguna aparece el mar.
“La fotografía es tomar decisiones constantemente, y esa fue mi decisión”, comentó. Todas las fotos están realizadas con una cámara analógica, fija sobre un trípode (a veces, incluso sobre la furgoneta) y tienen este aire de paisaje documental. La primera de todas, una de las favoritas de Salvans, muestra a un adolescente fregando un pulpo de plástico inflable en una urbanización de veraneo. “Me da un poco de pena, porque ves que es un niño–adulto, que hace poco pensaba que el pulpo era un juguete…”, comentó. También incluye varias fotos del complejo Marina d’Or, que ha visitado durante muchos años, y del parking de un Carrefour de las afueras de Barcelona que los domingos se convierte en un espacio de ocio multifuncional: “la gente va para hacer sus locuras, aprender a conducir, sacar la silla y tomar el sol, hacer volar una cometa… todo antes de quedarse en casa”, dijo Salvans.
A veces le preguntan si tiene miedo de que algún fotografiado se reconozca en sus fotos y se enfade, pero él dice que no. “Eso significaría que mi fotolibro se está vendiendo en El Corte Inglés, algo que no creo que ocurra en mucho tiempo”, se rio el autor, que sigue resistiéndose a trabajar en digital, a no ser que sea por encargo. “Las limitaciones del analógico me permiten mantener mi sello fotográfico: mis fotografías son muy neutras, no hay exageraciones de color, no se pueden identificar con tendencias”, añadió, orgulloso.
A pesar de su reconocimiento artístico, Salvans está preocupado por el panorama económico que se avecina, como todo el mundo. Aún y así, su conclusión es optimista: “después de esto vamos a salir reforzados a nivel de especie y mucha gente va a salir con ganas de hacer fotos”, dijo. Y añadió: “Como diría mi abuelo: quien diga que se vivía mejor antes, es que no vivió antes”.